
los ojos sin madrugadas
dejados por el invierno
despojados de presencias
Tengo
tanta soledad
que mi sombra es un hilo
negada a caminar
Tengo
alforjas cargadas de tristezas
donde los vientos
no atinan disipar
Tengo
palabras mordiendo tiempos
en mis labios
una glicina temblando
Por eso bebo en silencio
el vino que no mata.
Myrtha Milella
2007
1 comentario:
Me ha gustado mucho tu sitio, algunos poemas que tienes aquí me gustaría publicarlos en mi sitio con el debido crédito. Este especialmente me gustó más por estar cargado de una fuerte nostalgia.
Avísame si no tienes ningún problema con que ponga de vez en cuando un poema tuyo en mi sitio (repito, con todo el crédito que mereces).
Felicitaciones, sigue escribiendo...
Saludos,
Beto Aveiga
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