jueves, diciembre 03, 2009

Recordando


Tengo  tanto desaliento  al verte  sentado majestuoso    y arrogante  en   los  estrados    que perfilan   el cinturón de mi morada,   hasta pienso que  no   te abrazaré  más,   como  aquellas tardes  de hastío,   cuando tu serenidad  me  arropaba   dejando atrás  la oscuridad    de mi certeza.
 
Siempre te amé,  desde    el tiempo  en  que  lamías  mis senos  incipientes y    las  aristas  de  mis  curvas   adolescentes,   sintiendo   la  tibieza   y el   cobijo de tu traje de   lluvia  que   adormecían   mis  espacios,   que    ahora  duelen.


No se  lo  que pasó. 


-¿Por qué  te  volviste  loco?-.  si   mis   brazos   están   siempre  esperando   los  tuyos,   junto  al    fluir  de mi desamparo que  no saben   de orillas.
 
Me  has   herido, no solo a  mi,   también  a   las  gaviotas  que  perdieron  el     crepúsculo  junto    a  sus  nidos,    en el  banco de arena.
 
Sin poder  detener  el  furor   de  tu  desliz ,  me unjo ante  el manto de tus aguas,  y te abro las  puertas    para    que  sin   tropiezos,       penetres     en mi  esencia,   y   te    alejes,    cuando  hayas saciado   los   rincones   de  mi     cuerpo,    en  madrugadas  de  preguntas.      
 
Dejo   una luz   encendida ante  la  bruma  de tu arrebato
En tanto... aguardo   afuera.

martes, octubre 20, 2009

El milagro de vivir


El  cóndor majestuoso   con sus alas   plegadas,  contempló  el  abismo  donde un pájaro  de acero  se partió  en  dos   para  hacer   temblar  el  silencio de las  cumbres.
 
Estatuas  vivientes  cubiertas  de    nieve  comenzaron  a  articular   sus  miembros   con  gritos y  ayes  ante lo inconmensurable que sacudió el espanto.
 
Más   áspero que el  vino de la  muerte   fue   la  realidad   donde  debían  convocar  pensamientos  acertados  ante    el  infortunio  de  la situación.
 
Días,  horas, meses,    desenlaces  agobiantes    perfilaron     al    vuelo  que los    llevaba   al goce de  un encuentro amistoso,  cruzando  simplemente  la Cordillera  de los Andes,   cordón infausto que tronchó los bríos de la gloria,  diluidos como una moneda  de cara  o seca de la suerte.  
 
El estupor   los  envolvió  de   horror   y  miedo.
Sin  desmembrase,   con la  razón   iluminada  por  un candil de llama   votiva y la  convicción  inalterable  de vida  o  muerte,   comulgaron con la carne y  bebieron  de la  nieve, ante  un rosario  entrelazado   en  sus   manos.
 
Dos de ellos   marcharon con denuedo  para alcanzar  la salvación  que  promete el Señor   seguir   viviendo  más  allá  de  la  muerte  misma.
 
“Sed  humildes  de  corazón “  con esta  premisa   encontraron    la mano tendida    que  los  llevó a la  esperanza  contenida    junto   al   tiempo  de  infinita   desolación.
 
- Vuelve   hacia  nosotros-  dijeron  los    gigantes  de la nieve.
al encontrar al  mas  humilde   de  los  grandes.
 
- Tira   una   piedra sobre  el  río -    le   dijeron- 
En  un   exiguo y arrugado papel  atado a  la  piedra,   se trazó una   historia heroica.
 
-  ¡Sálvanos ! -  Escribieron los  valientes de la montaña.
 
El milagro  fue realidad,  pronto  el rescate  voló  sobre los   extraviados   de los  Andes.
Los   temores    de la  incertidumbre   se diluyeron   ante el rugir de motores  semejantes  al  canto de una  bandada   de pájaros   perdidos,  cuyo  territorio  diametral era  el  lugar     del encuentro.
 
Cuando   fueron rescatados    en   helicópteros   sin alud,  ellos, tan solo dieciséis, que sellaron   el  ópalo secreto de un cementerio  regado   con lágrimas  de   amor,  sumergidos  en  un lago  de  hielo   donde la   muerte  a  cambio de la vida   se  tatuó    en  cada uno de   sus   corazones. 
 
Cuando    todo   se  tornó  en   calma,   el  cóndor  presencial   de  un   conjuro  de    jóvenes  heroicos  ante lo  que se  juzgaba   irremediable,  desplegó  sus alas brillantes  reflejadas  con la  luz  del  sol  y  voló  a  posarse  en el  pico   mas alto  de una nueva   montaña  para   contemplar   el infinito,   allí,   donde  la  razón del  hombre  no alcanza   a  comprender.


miércoles, octubre 14, 2009

Begonias


Tu  begonias, mamá  
 
Aún duelen  las  begonias
que acariciaban  tus manos.
 
Un otoño transgresor
se desliza  fuera de  apremios
sin   ver germinar  tus   desvelos
en   pétalos  mojados de fino río
 
Revuelvo   cada   planta
 
Que me acerquen
sin   congojas
al aposento de   tu ausencia
 
 
El sol   guiña un ojo
reviviendo  nervaduras
sosteniendo  entre    sus hojas
el viento  norte que lastima  mis  honduras
.
Aún duelen  tus begonias
 
Entonces  espero  la nube de los sueños
que me  torne  polen 
y  alcanzar un recodo de tu cielo.


Con todo mi amor, va mi recuerdo para vos, querida mamá.
Myrtha 

viernes, agosto 28, 2009

Para Quinito, mi último nieto

 
Agosto  tiene  aroma a  yuyos   verdes
perfume  a yerba  buena
vientos  para los arboles   sin   hadas  
que  anuncian  hojas de organdí
 
Bellos pájaros  sin  tiempo
vuelan   para escribir    historias
 
Muy  pronto   las  campanas
suenan para   los que  escuchan
anunciando  canciones de  ronda
remontando      barriletes  carmesí
 
 
Pequeño   lucero,    desnudo     de   madrugadas
cobijare  tu   piel de ángel  con alas de celofán
para  que el  frio   no  haga  sombras
en  tus manos  tiernas  que  huelen a poesía
 
Niño,  candil de   aceite,  llama    ofrecida
uniré  mis manos a las  tuyas
Para que sean lazos  de    encuentros
cuando la noche se acuesta
 
Myrtha  Milella
10  de  agosto   2009

lunes, agosto 10, 2009

Manos

 
Las   manos   de  mi niña
eran  suaves
como  la  brisa
que atisba la luna.
Eran expresivas
de  palabras   que  volaban
cuando  las  soltaba
en  señal de  caricias.
Sus manos pintadas  de risas
abiertas
en  busca de   ramas
a  posar en ellas  su ternura.
Un enero   ardiente
estrujó sus  sueños
los  míos…
arrugando   en  ellas
un pañuelo  lleno de lágrimas.
Las  manos de mi niña
dormida
cruzadas    en  silencio
se    volvieron   paloma
para ser eternamente  alas.


Myrtha Milella

miércoles, agosto 05, 2009

Mi amado

Cuando   mi amado se  fue,  cerré la puerta 
y   enroscada   en el   suelo   lloré amargamente.
 
En   letras    de   marquesinas     
pasó  mi  vida  junto a  el,   imposible reemplazarlo    
nadie  me haría   concebir   ese amor que  horadada   las entrañas   
para saberme mujer.
 
Sin embargo un día, alguien   hizo sonar    la aldaba 
del   túnel de mi  silencio.   
Es   ella,   con cautela  la deje  pasar.
 
Nos  miramos a los  ojos   
y un rayo  de   comprensión  brillaron en los  nuestros.
 
Es   etérea,  perfecta,  una  túnica  de velos  alados la  cubrían. 
Sus manos   son suaves   y  tibias.  
Dejé    que     recorriera    el océano  vertical   de mi cuerpo   
 tratando   de   borrar    las   cicatrices  profundas   
donde el  verbo   arrebatado     
me humedecía    en noches de  luna   y  jazmines.
 
Un  susurro    tenue  e irreal   me  envolvió     
segura   en el laberinto  de mis  desprotegidas    oscuridades.
Aprendimos  a  vivir  unidas,  ya  no nos separamos.   
comprendí  que nacimos   una   para  la otra,   
porque  mi amiga   es fiel , atrapante,  solícita ,  
 juntas  recorremos  los rincones más   apartados   
de  mi  mundo circular.
 
No la dejo    escapar  porque es incapaz  de  hacerme  doler el  corazón , 
es  tan   insondable …
 
Muy  pronto aprendí   a quererla,   se llama    Soledad.
Myrtha Milella
Argentina, 2009 

martes, julio 14, 2009

La busco


En los albores de brisas cáidas



blanca fragancia de jardín desvanecido


para tenerla íntima en mis recuerdos


entre escollos y nardos la busco



La busco en los escombros apilados de la vida


un aliento sopla mi espalda


mientras alas esculpidas de silencios


anuncian victorias ilusorias

 
 
Myrtha Milella

martes, junio 30, 2009

Poema


El espanto diluyó el horizonte de la memoria

cerró el camino de tu andar sigiloso


y te volviste pájaro


para volar donde los ojos no alcanzan




Te siento en las madrugadas


pasear callada por tu casa


controlar etérea los objetos


que atesorabas con vehemencia.



Para que no duelan las sombras


pinté un patio diminuto


donde solo cabe la luna


y una rosa fresca con vahos del río.




Sobre tu cama tejida de tiempos


la almohada reposa de sueños


una postal sobre ella descansa


letras cicatrizadas de un niño nieto



Quemé los harapos blanquecinos de la noche


para hacer de ellos cenizas de vientos


inventé un refugio de estrellas


para escuchar el silencio de tus alas.


Myrtha Milella
Mayo 2009

lunes, junio 15, 2009

Ella


Ella, enjugó una lágrima de miel y partió alumbrada por el alba que asomaba


Se fue por los caminos que devoran distancias en serpentinas de tiempos, donde las preguntas de las noches aterran sus desvelos, esperando deslizarse blanca en el cobijo de luz que provocan sus propias incertidumbres


Por tal, deambuló en la vieja casa, palpitó cada uno de los rincones creyendo escuchar en las paredes enhiestas el teclado de aquella antigua máquina de escribir donde hilvanaba sus primeros poemas .


Así…cabizbaja y abandonada en laberintos de vigilias forzadas, sumando sus memorias se arropó en esperas que serán las lumbres de una búsqueda al deseo de arrojar al abismo los miedos de tantas sombras sin sentido.


El río azul salpicó el silencio de sus brumas, sin percibir la bahía de sus ojos cielo, el cansancio de escalar soledades, la nostalgia que colgaba de sus hombros doblados de tanto transitar recuerdos.


Ella era una, regresó a la tierra con una parte de su corazón, la otra, espera la victoria del sol que logre renacerla en lapachos floridos.


Myrtha Milella

miércoles, junio 03, 2009

AÑOS



Veo caer la piel como ropa gastada
el carrusel de la infancia se diluyó entre brumas
ojos que miraban las tormentas
hoy parecen sales de mares cansados.


Huyo del espejo
escondo el documento que me delata
me cubro con vestidos hasta arriba
y me pinto fuerte para tapar la mueca de la rabia.


Invito a mis amigas
al café de los poetas.
a humedecer la boca con gotas de primavera
también ellas tienen olor a tiempo.

Vuelvo sobre mi
recorro la espalda cargada de escombros.
Tenaz a mis espantos bebo a solas
el vino rojo que ahoga mis antojos.
Myrtha Milella
Mayo, 2009