El cóndor majestuoso con sus alas plegadas, contempló el abismo donde un pájaro de acero se partió en dos para hacer temblar el silencio de las cumbres.
Estatuas vivientes cubiertas de nieve comenzaron a articular sus miembros con gritos y ayes ante lo inconmensurable que sacudió el espanto.
Más áspero que el vino de la muerte fue la realidad donde debían convocar pensamientos acertados ante el infortunio de la situación.
Días, horas, meses, desenlaces agobiantes perfilaron al vuelo que los llevaba al goce de un encuentro amistoso, cruzando simplemente la Cordillera de los Andes, cordón infausto que tronchó los bríos de la gloria, diluidos como una moneda de cara o seca de la suerte.
El estupor los envolvió de horror y miedo.
Sin desmembrase, con la razón iluminada por un candil de llama votiva y la convicción inalterable de vida o muerte, comulgaron con la carne y bebieron de la nieve, ante un rosario entrelazado en sus manos.
Dos de ellos marcharon con denuedo para alcanzar la salvación que promete el Señor y seguir viviendo más allá de la muerte misma.
“Sed humildes de corazón “ con esta premisa encontraron la mano tendida que los llevó a la esperanza contenida junto al tiempo de infinita desolación.
- Vuelve hacia nosotros- dijeron los gigantes de la nieve.
al encontrar al mas humilde de los grandes.
- Tira una piedra sobre el río - le dijeron-
En un exiguo y arrugado papel atado a la piedra, se trazó una historia heroica.
- ¡Sálvanos ! - Escribieron los valientes de la montaña.
El milagro fue realidad, pronto el rescate voló sobre los extraviados de los Andes.
Los temores de la incertidumbre se diluyeron ante el rugir de motores semejantes al canto de una bandada de pájaros perdidos, cuyo territorio diametral era el lugar del encuentro.
Cuando fueron rescatados en helicópteros sin alud, ellos, tan solo dieciséis, que sellaron el ópalo secreto de un cementerio regado con lágrimas de amor, sumergidos en un lago de hielo donde la muerte a cambio de la vida se tatuó en cada uno de sus corazones.
Cuando todo se tornó en calma, el cóndor presencial de un conjuro de jóvenes heroicos ante lo que se juzgaba irremediable, desplegó sus alas brillantes reflejadas con la luz del sol y voló a posarse en el pico mas alto de una nueva montaña para contemplar el infinito, allí, donde la razón del hombre no alcanza a comprender.
5 comentarios:
Hermoso homenaje a quienes se sostuvieron en la adversidad y le ganaron la batalla a la muerte.
Besos,
Ya te había dejado mi comentario en Estrellas pero no puedo dejar de felicitarte después de una segunda lectura que me permitió disfrutar de cada detalle de tu narración.
Excelente
Martha Ferrari
Hola Myrtha un gusto venir a tu blog y comentarte, un homenaje sincero a estas personas que subsistieron en Los Andes. Precioso video, abrazos, Julia
Myrtha de mi corazón, tu sensibilidad siempre a flor de piel y sobrevolando almas.
Un gusto estar aquí contigo.
Besos,
Migdalia
Gracias amigos queridos por visitar mi blog
besos myrt
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