Cuando mi amado se fue, cerré la puerta
y enroscada en el suelo lloré amargamente.
En letras de marquesinas
pasó mi vida junto a el, imposible reemplazarlo
nadie me haría concebir ese amor que horadada las entrañas
para saberme mujer.
Sin embargo un día, alguien hizo sonar la aldaba
del túnel de mi silencio.
Es ella, con cautela la deje pasar.
Nos miramos a los ojos
y un rayo de comprensión brillaron en los nuestros.
Es etérea, perfecta, una túnica de velos alados la cubrían.
Sus manos son suaves y tibias.
Dejé que recorriera el océano vertical de mi cuerpo
tratando de borrar las cicatrices profundas
donde el verbo arrebatado
me humedecía en noches de luna y jazmines.
Un susurro tenue e irreal me envolvió
segura en el laberinto de mis desprotegidas oscuridades.
Aprendimos a vivir unidas, ya no nos separamos.
comprendí que nacimos una para la otra,
porque mi amiga es fiel , atrapante, solícita ,
juntas recorremos los rincones más apartados
de mi mundo circular.
No la dejo escapar porque es incapaz de hacerme doler el corazón ,
es tan insondable …
Muy pronto aprendí a quererla, se llama Soledad.
Myrtha Milella
Argentina, 2009
2 comentarios:
Myrtha querida, un poema hermoso, sabio, aprender a vivir con la soledad. Te felicito, muchos abrazos Julia
A esa amiga mejor alejarla porque a la larga no es buena compañía.
Un fuerte abrazo
Martha
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